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Colada morada en Papallacta

Aguas azufradas

Bullen briosas

Desde la entraña

De esta tierra

Donde respiro la niebla

Donde me baña la lluvia.

Mis manos tiemblan. Tiritan.

Se perlan de sudor. De frío.

Aspiro el vapor que refulge

De una colada morada

Y su aroma dulce,

Como el olor del amor,

Llena mis fauces

Sume a mi corazón en la mudez.

Miro el redondel

Del remolino púrpura,

Donde amarillos jirones de chilacuan

Se hunden entre las moras

Que se han zambullido

Con mortiños y anís

Con espingos y fresas.

Entre montañas que se juntan

Para intentar besar al cielo,

Miro la cana cima de un volcán

Asoma blanca y quebrada

Más blanca que la blanca bruma

Que abraza su cuerpo

Y reptea en el horizonte.

Allá duerme el día.

Escucho al viento

Arrastrar secretos y lejanos trinos

De invisibles pájaros

Escucho al viento

Silbar y fundirse con el lamento

De una vaca extraviada

Escucho al viento

Bailar entre las ramas

De turgentes arboledas

El sol se apaga

El cielo se hunde

en oscuro sueño

Zumban los insectos

Salta un chapul

Cierro los ojos

Y me invade

Un sueño frugal

Cierro los ojos

Y me arropa

El perfume de las moras.

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