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Dispositivos del tacto

I

Suele ocurrir que una gota de agua fría se desliza delicada sobre la piel gallina, se filtra por la comisura de los labios pero una parte de ella baja por el mentón trazado un sendero punzante hasta desembocar en algún lugar de la planta del pie. Es difícil pensar que la gota ha de permanecer solitaria en su recorrido, lo supongo porque perdí su rastro cuando se deslizaba rauda por el pecho y se confundía con las demás gotas que golpeaban levemente mi cuerpo inmóvil.

II

Una gota de agua fría jamás es igual que una gota de sudor, ya que esta es tibia y no de la misma tibieza que pueda lograrse graduando las llaves de la regadera. No, la tibieza del sudor tiene una temperatura peculiar inimitable. Es más viscosa y por eso sus trazas son marcadas por un ritmo más lento y cuando llega a la comisura del labio y llega a la lengua es salada, una sal particular, no como la del mar o la sal de mesa.

III

El recorrido de una gota de pasta de chocolate caliente es lento, el camino que arma sobre la piel es de un ritmo lento y manejable, no tiene la prontitud de las gotas de sudor o de agua, la piel no es gallina, ni dilatada se irrita un poco y produce un temblor que dista mucho al tiriteo que suscitan las gotas mencionadas. Cuando acaba el recorrido corto en la palma de la mano se confunde con la masa de chocolate espesa y densa que rodea la mano, lentamente la mano descubre que a derredor de los dedos se arman murallas de chocolate que apaciguan el movimiento y se enfrían a medida que transcurre el tiempo. Un calambre efímero pasa por la mano hasta que con cierto esfuerzo logra zafarse del cerco.

IV

Cuando los dedos reconocen la tinta (liquida, no tan densa como el chocolate sino por el contrario más o menos próxima a el agua) y dibujan un amago de escritura sobre la baldosa fría y lisa, se dispersan de su labor porque el recorrido es muy similar al que los dedos hacen sobre la piel de una amante en reposo.

Después de tocar es propicio ser tocado y ahí dista mucho la caricia suave de los dedos de la amante al recorrido de una pluma de pájaro sobre la espalda, las dos provocan un leve corrientazo que recorre rápidamente todo el cuerpo.

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