Raúl Alejandro Martínez Espinosa

Rituales para un nido
La pregunta central de la obra plantea un proceso denominado Proyecto Nido y refiere a una investigación desde la experiencia vital de la paternidad y la realización de diversos rituales alrededor del nacimiento; la acción de apropiar prácticas ancestrales con parteras y la visión del acompañamiento a partir de la medicina tradicional para favorecer la comprensión del ejercicio que supone conformar un núcleo familiar.
El nacimiento de mis hijos significó para mi compañera y para mí un proceso análogo a la producción de una obra, en el sentido de explorar diversas sensibilidades, escenarios, prácticas y ritos.
Entiendo al arte como una práctica de poder liberador sin cuyas fuerzas sería imposible destrabar asuntos que se complejizan en la psique, temores y aspectos que encierran e impiden que surja la nueva vida.
La organización de las diferentes experiencias plásticas, textos y construcciones de imagen se organizan bajo los siguientes momentos en esta libreta de apuntes:
1. Visiones
2. Acciones
3. Siembra
4. Siembra y nido
1. Visiones. Dibujos previos
Mediante un tabaquito se pide permiso a la tierra para comenzar una limpía
1. Visiones. Tabaquitos

2. Acciones.
Yerbas, infusiones, baños y limpias




Diente de león.
Ilustración tomada de wikipedia. https://es.wikipedia.org/wiki/Taraxacum_officinale
Cola de caballo
Ilustración tomada de wikipedia. https://es.wikipedia.org/wiki/Taraxacum_officinale
Paico
Ilustración Ilustración en Francisco Manuel Blanco, Flora de Filipinas, Gran edición, 1880-1883. Tomado de wikipedia



Fase 1. Ejercicios previos al nacimiento de nuestros hijos Gabriela y Federico
Manilla tejida para usar como protección y favorecer el amor. La usé en la mano derecha por una serie de indicaciones propuestas a partir de conjeturas de una abuela del Cauca que no comprendí bien. Por momentos era ornamental (me gusta el amarillo) pero también la usaba con la primitiva lógica de un elemento de protección. La tuve en mi mano desde 2014 hasta 2015 cuando nació mi hija Gabriela. Natalia, mi compañera, uso una manilla verde en el tobillo izquierdo.

2. Acciones.
Escuchar.
Experiencias con la preparación para el parto y siembra de placenta. Voces - silencios - encuentros.
2. Acciones.
El tambor
Una noche en luna llena la tierra debía prepararse para la limpia. Se encendió una fogata y mientras las brasas ardían se organizó un círculo. El fuego se encendió en un potrero cercano a la finca en donde íbamos a dormir. Los sonidos de la noche comenzaron a apagarse y cerca de las doce los crujidos de la madera se hicieron más intensos.
Dos personas tomaron un tambor Lakota y comenzaron los golpes. La música de agudos cánticos indígenas acompañaron la preparación del terreno donde debería llevarse a cabo la limpia. El frío nos junto. El tambor adquirió un ritmo constante y se acallaron los contos. La abuela encendió con la lumbre de la fogata un tabaquito. Rotamos el tabaquito dando un par de caladas. La partera y la abuela hicieron unos gestos extraños, una suerte de pases de conjuro. Nos miramos en silencio con mi esposa. evité mirar a las otras personas y me puse a divagar en los hierbajos que comenzaban a chamuscar en la base de la fogata.
No recuerdo cuantas horas más pasaron. Una densa niebla invadió nuestro encuentro. El fuego intenso se redujo a pocas cenizas y entonces la partera nos indicó que era hora de dormir. A la madrugada comenzaría el ritual para limpiar los males. Para destrabar las taras. Para llamar la nueva vida.
La lluvia
Las gotas fueron leves. Una llovizna que fue en aumento y terminó en un fuerte aguacero que oscureció el cielo. Los naranjos se lavaron y el sonido del caudal del río arremetió acompañado de los truenos. Los relámpagos iluminaron la tarde agónica.
No podíamos salir. La lluvia intensa nos cerró los caminos. Solo mirábamos en un profundo silencio lo azaroso de la naturaleza. Los cambios que de súbito movilizan o paralizan la vida. En la lluvia pensaba en la pérdida. En “nuestra” pérdida. Ese evento de una vida fallida. Truncada tan solo a semanas de gestación.
Ya había escrito a mi hija Alejandra a propósito de la lluvia. Alejandra que no habita este mundo, que partió en medio del estupor y una pregunta que rondó mi cabeza por casi veinte años. Volvía la lluvia. Volvía el evento que había vivido. Volvía mi mudez. La lluvia. El sonido de esas gotas en mis manos.
Esta vez esa imagen del sonido de la lluvia sería registro. Un constante y lejano sonido que acompañaría parte de los rituales. La lluvia ahora me recoge pero no me paraliza. La lluvia. El sonido de la lluvia.

Todos los videos
I. Yerbas, infusiones, baños y limpias
2. Siembra. II. Riego:

A la semana siguiente de la siembra, Gabriela, regó el árbol de feijoa.
Preguntas para conocer experiencias con la siembra de placenta.
Luisa Fernanda, Pasto, Colombia.
¿Qué hiciste con la placenta? Tengo dos hijos y una hija. Con mi primer hijo no sé qué sucedió con la placenta porque fue un parto hospitalario y en ese momento no sabía que era importante conservarla. Luego tuve la oportunidad de conocer más sobre el parto y pude sembrar con un árbol la placenta de mi hija y la de mi hijo menor.
¿por qué la sembraste? Porque una doula en Quito, Ecuador me comentó que la placenta era la acompañante de mi hija durante la gestación y que una manera de devolver a la tierra la gratitud por esa compañía era sembrarla con un árbol. Fue un poco extraña la idea de pedirle a la ginecóloga, pero cuando estuve convencida le conté y ella accedió diciendo que por supuesto porque la placenta era mía. Eso me empoderó muchísimo y ya para mi tercer hijo, que nació en casa, la partera la llamaba "la abuela" y la siembra era natural para nosotros.
Qué árbol elegiste. Con la niña un tomate de árbol regalado por una amiga muy querida y con el niño un árbol de feijoa; cuando tenía 10 meses, el mismo la puso en el fondo de la terra.
Cómo preparaste tu casa para la llegada de los bebés o del bebé. Lo más importante era abrirles un espacio en nuestra vida, en mi cuerpo y en casa. Por eso la llegada era una celebración con todo lo necesario y hasta más de lo que se requería. Con el primer bebé te llenas de cosas que ni usas pero crees que se necesitan... con la segunda y el tercero cada vez reducimos las cosas y aumentaba el instinto, la teta y el cuerpo. El tercer nacimiento fue en casa, con hierbas, masajes, canto... una transformación verdadera, un ritual de amor, una fiesta de la vida.
2. Siembra. II. Placenta:




